Based on a photograph by Cristina García Rodero, this mural captures a deeply human moment: two children offering support and comfort to another child overwhelmed by pain and sadness. The scene, charged with empathy and emotional depth, reflects the silent strength of solidarity in the face of suffering.

The artwork was created by artist Cherra Ortega in November 2020 on the weathered wall of an abandoned warehouse. Choosing this forgotten space as his canvas, Cherra transformed it into a place of emotional resonance, where art and compassion intertwine. Through a delicate yet powerful composition, he honors the spirit of García Rodero’s original image while bringing it into the realm of public, urban expression. The mural not only speaks of childhood and vulnerability but also invites viewers to reflect on the universal need for empathy and human connection.

Basado en una fotografía de Cristina García Rodero, este mural captura un momento profundamente humano: dos niños brindan apoyo y consuelo a otro niño abrumado por el dolor y la tristeza. La escena, cargada de empatía y profundidad emocional, refleja la fuerza silenciosa de la solidaridad ante el sufrimiento.

La obra fue realizada por el artista Cherra Ortega en noviembre de 2020 sobre la desgastada pared de una nave abandonada. Al elegir este espacio olvidado como lienzo, Cherra lo transformó en un lugar de resonancia emocional, donde el arte y la compasión se entrelazan. A través de una composición delicada pero poderosa, rinde homenaje al espíritu de la imagen original de García Rodero, llevándola al ámbito del arte público y urbano. El mural no solo habla de la infancia y la vulnerabilidad, sino que también invita a reflexionar sobre la necesidad universal de empatía y conexión humana.