"El arte urbano, en su calidad de manifestación artística libre, pública y alejada de cualquier encorsetamiento, se encuentra siempre en ese limbo indefinido entre la fascinación y el malditismo.
Esta obra reflexiona sobre la paradoja que va ligada al arte urbano y que, por su excepcionalidad, genera con frecuencia situaciones incongruentes.
El mismo artista que es satanizado y castigado legalmente por una obra es admirado e incluso cotizado en función del contexto.
La democratización del arte como una reivindicación libre de crear y de ser disfrutada por todos no encuentra nunca un consenso y tal vez por eso, tenga aparejada siempre ese componente polémico, ese misticismo y ese eterno debate.
""'Hace quince años que declaro la guerra a muros grises y paredes inhospitas, juego a colorear el Mundo con mis manos, a dar luz a rincones sombríos y belleza al cemento.
Nunca quise jaulas ni barrotes, ni encancelar el arte y privarlo de todos, para verlo no hace falta entrada ni una guía que explique la obra.
Porque el arte tiene que ser libre y llegar a todos los rincones, respirar con la gente a su paso, no pudrirse en palacios de oro.
Porque sueño que la calle es arte más allá de oscuras ratoneras y mi spray un elixir de esperma que engendra vida en paredes enfermas.
Y derramo semen de colores paraísos de Flúor cincuenta rescatando la magia olvidada, alquimista de una nueva era."""